Disturbios

Está el mismo indigente que tira piedras, acosa mujeres y amenaza a los transeúntes. Lo perseguí para pegarle hasta que lo pillé instalado en la esquina. Noté en su expresión de miedo e inmediata sumisión, que su desagradable y repugnante conducta proviene de un severo daño neurológico. Desistí de aleccionarlo, pues no voy a meterme en un cacho legal justo saliendo del barrio, menos después de notar que no soy el primero que lo persigue hasta encontrarlo. El personal de seguridad nos ha indicado a mí y a todos los que alguna vez hemos denunciado a este pobre infeliz por sus fechorías, que no pueden hacer nada, porque en cuanto se presentan el huye como la rata cobarde que la porquería de vida que ha tenido le enseñó a ser. Espero que este caso se pueda derivar a un organismo que le pueda ayudar a pasar sus evidentes últimos días de una forma más apacible y menos tormentosa.